Queda
poco para que acabe el periodo navideño y de nuevo alcancemos la
rutina dejando de lado, algunos de un día para otro, otros de manera
escalonada, toda esa lista de buenos propósitos que año tras año,
no son más que un apunte temporal fruto de aquello que muchos
conocen como espíritu navideño.
En
estos días donde de repente brotan valores olvidados, aunque la
verdad es que, desde que algunos se van dando cuenta que
Idilicolandia no va bien, - otros hasta ponen ya en duda que algún
día hubiese sido así y, los más escépticos, incluso niegan el
hecho rotundamente- parece que ha reflotado aquella solidaridad
cercana, de vecinos, de antaño. Y digo solidaridad cercana porque,
de hecho, solidarios, lo que se dice solidarios, en general, de
manera anónima, no hemos dejado de serlo nunca, pero eso implica
cierta distancia, y no hablo de la lejanía física sino de aquella
que existe de manera asertiva, dando la posibilidad de que en
cualquier momento podemos convertirnos en uno de ellos, de esos a
quien antes ayudábamos de manera anónima y que ahora, lo hacemos,
algunos ya bastante convencidos, de que en cualquier momento, podemos
ser nosotros los que estemos en una situación extrema y necesitemos
ayuda de nuestros semejantes.
Es
una pena que tengamos que encontrarnos en una situación así para
empezar a tomar conciencia de los valores que hace tres días,
olvidamos por dinero. Peor de todo lo tienen, es cierto, todos
aquellos que se han imprimido sus primeros caracteres durante ese
tiempo, ya que al desconocimiento de estrecheces, se les une la
carencia de valores, entiéndase estos como referentes morales o de
conducta -es que intento, a pesar de todo, expresarme de manera
políticamente correcta, intento no faltar a los diferentes
parámetros de reglas sociales y morales, ya que lo que si que es
verdaderamente imposible, dentro de toda esta corriente de
tolerancia- que en su momento fueron sustituidos por sucedáneos
educativos que se entendieron como las bases de una sociedad moderna,
que en realidad no era tal, no fue más que un oasis en medio del
desierto que se quedó en el viaje y que en estos momentos,
difícilmente puede repetirse.
A
pesar de todo, los centros comerciales siguen llenándose, aunque con
una considerable rebaja en el consumo, conllevando un adelanto de las
tradicionales rebajas de enero a finales de diciembre, intentando
salvar de alguna forma, esos números que pese a la falta de
conciencia social todavía existente y el jalado del dinero plástico
que no se tiene, va corriendo de alguna forma no evitando el caos
total y haciéndonos ver una realidad edulcorada aunque solo sea por
unos días.
Ya
llegarán las cuestas de enero y las de los meses sucesivos, mientras
que vemos expectantes, como van apareciendo a diario donde fueron
aquellos dineros que estuvieron, que pedimos y nos concedieron, que
no vimos y que por un momento, dudamos de su existencia.
Existencia que cada día, tras los hallazgos de agujeros de los listos de turno, van apareciendo cual conejos en chisteras de mago.
by Ki - Ilustración Alicia, el conejo y el sombrereo por Ki -llustración |
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