viernes, 28 de junio de 2013

REVOLUTION

Parece que por fin hay algo de movimiento en nuestro panorama gubernamental, aunque parece ser que no son ellos -los que gobiernan- y a los que de momento no se les ve un ápice de voluntad en la realización de algún movimiento que por fin los honre.
Son lo jueces los que PARECE, y lo digo así, porque no me fío de ellos, -ni de nadie- sobretodo después de los episodios de caciquismo legislativo con el que últimamente nos tienen deleitados (ya saben, de todo lo que se habla y también de aquello de lo que, como antiguamente, nos han prohibido hablar).
Yo no sé si alguno allá por las europas, habrá dado algún tirón de orejas a algún miembro de nuestra selecta representación, pero ha coincidido su última expedición con el revés conductual de algunos de sus lacayos allá por por los tribunales.
Han empezado con el casi guapo, ese que peina mechones y que cambia de carpeta a menudo. Los de la excursión por las europas y aquellos que se han quedado en Idilicolandia cuidando de lo que aquí queda para que no se les adelante nadie, han ido a la farmacia a buscar salvacolinas, aunque el bien peinao ya ha dejado bien claro que nada deben temer si a él nada el ocurre. En lugar de un seguro de vida, como cualquier ciudadano de bien que se precie, ha sembrado de sobres con pruebas bufetes de abogados multicolores (que no sé si son gais no no, y lo digo porque hoy también ha sido noticia el colectivo, aunque no por delinquir, sino por el comienzo de unas jornadas reivindicativas, que por cierto, aprovecho para decir, no deberían ser necesarias, ya que las únicas diferencias que deberían existir entre las personas, deberían ser poco más que honrados y facinerosos.
Cambiando pero si perder el rumbo, hemos podido conocer una dimisión, que no es precisamente la que más esperaba, pero bueno, a modo de ejemplo, para que cunda y se convierta en moda de dimensiones multitudinarias, y me vale... de momento. No puedo omitir que me parece un poco forzada pero bueno, con una poca de suerte, lo mismo nos llega algún que otro tirón de orejas, o quizás, esos de los que no se puede hablar, no consiguen habituarse a este sistema cada día más hostil para ellos que los obliga a confinarse en sus madrizgueras y a vivir cada día más aislados. Puede se que unas dosis de tranquilizante al uso dejen de ser suficiente para ayudarles a evitar esa realidad a la cual se resisten y acaben abandonando el barco por segunda vez, con un par, como yo, pero con más difusión.

Mañana será otro día.