domingo, 21 de febrero de 2016

LÍNEAS VARIAS

Lo cierto es que me cuesta muchísimo morderme la lengua. Me resulta bastante difícil continuar callando con la que está cayendo, entre las líneas rojas, que uno ya las ve por todos lados -deberían leer el Xlsemanal de hoy, por ejemplo y la crisis que dicen que llega...
Menos mal que recordé que algunos estamos en crisis desde los ochenta, que no levantamos cabeza desde entonces, que no conseguimos, por alguna razón, sacar tajada del ladrillazo -ahora se llama mordida, por cierto-. Podría decir más cosas pero no es el momento.
Hoy las lineas rojas para mi son económicas y de a pié. No puedo ver ciertas cosas y seguir impasible. ¿qué dirían ustedes si se encuentran a la vecina del segundo en el parking del centro comercial con su coche último modelo, recién matriculado, y su bolsa repleta de delikatesen de la tienda nueva, de esa que tiene unos precios no aptos para los mortales de a pie.
No es envidia. Es indignación total. Poco me importan los coches o lo que comen los vecinos, pero cuando éstos están viviendo en un piso que les ha quitado el banco y en el cual continua viviendo, debiendo diez mil euros a la comunidad de la que ambos formamos parte, si, me indigna.
La indignación no es por mi vecina, ella se lo curra bien, pare cada nueve meses para asegurarse que no la ponen en la calle mientras el banco le quita el piso pero no lo declara en el registro de la propiedad, para evitar pagar las deudas generadas en la comunidad y seguro en alguna cosa más.

Los bancos siguen siendo los niños mimados del sistema, unos entes a los que el estado protege y premia mientras ellos continúan engrosando su patrimonio, primero se inventaron dinero que no tenían, y ahora especulan con pisos que son suyos pero a la vez no lo son, y mientras unos gastan en delikatesen y coches nuevos el dinero de todos, otros se las ven y se las desean para comer mañana.