miércoles, 11 de septiembre de 2013

MÁS ALLÁ DE LOS RECORTES EN SANIDAD

No es la primera vez que comento alguna cosa sobre el repetido tema de los recortes.
Hoy me gustaría abrir un frente en el ámbito de la sanidad pública, diferenciando desde un principio, la manera de afrontar los momentos actuales.
Por un lado tenemos profesionales que siguen desempeñando su labor con profesionalidad y con la especial sensibilidad que esta parte del servicio público requiere. No olvidan en ningún momento que su material de trabajo son los seres humanos, con el agravante de que además, son enfermos, por lo que, a falta de más profesionales que puedan mejorar básicamente los tiempos de espera, se esmeran en el trato para recompensar las carencias, dando a veces, tanto o más resultado que los medios puramente económicos.
Por otro lado, están esos profesionales que recibieron un título de conocimientos, con el agravante en muchos casos, que pareciera lo ganaron en una tómbola.
No ponen en práctica criterios de sensibilidad de ningún tipo – que si bien es verdad no cobran por ello- perjudican con su actitud la salud de sus pacientes, ya que además de la enfermedad física que padecen, acaban siendo tratados de alguna enfermedad psíquica.
Esto supone un doble tratamiento tanto en profesionales como en medicación, supone también, un empeoramiento de la calidad de vida de los pacientes, lo que a posteriori, incrementa el gasto sanitario.
Hay casos que pueden solucionarse simplemente escuchando al paciente, con una consulta, una prueba diagnóstica adecuada y una solución rápida y sin complicaciones.
No me explico como ha llegado tanto incompetente a ocupar esas plazas.
Bueno, si que lo sé. Conozco un par de casos de primerísima mano y de diferente ámbito que pueden ilustrar estas líneas: Una plaza concedida a dedo a la hija de uno de los políticos de turno y un par de ellas concedidas a impresentables con titulación -sin determinar- que se encontraban en el lugar indicado en el momento justo.
Al no tener ni idea de las cosas, operan enviándote al especialista de turno, el enfermo se siente contento y el se evita meter la pata: otras veces decide que no puedes tomar nada de lo que tomas normalmente porque...-palabras textuales- te vuelves tonto y te recomienda tomar, aunque tengas el estómago para el desguace, que tomes mucho ibuprofeno, aunque en tu historial exista un farolillo que diga que bajo ningún concepto tomes dicha sustancia -debe ser que no lee bien, o quizás se dejó los anteojos en casa.

A veces, no todo es dinero...