domingo, 11 de noviembre de 2012

LA VULNERABILIDAD EN TIEMPOS DE CRISIS

Cada día siento más pena -sirva esta palabra aquí y ahora entendida como pena y como vergüenza- de formar parte de una comunidad tan pasiva como ésta.
Durante la plática de la mañana escuché opiniones y razones de todo color y lado, de los de aquí y de los de allí, y también de los de más aquí.
Llamó mi atención una de nuestras características comunes vista desde fuera
En muchos lugares es objeto de admiración la concentración de culturas en un solo país.
Y bueno, por esas cosas que tiene la vida, lo que para muchos es un tesoro, para otros, es una auténtica condena. Lamentablemente, en estos últimos tiempos, el asunto está mucho más agitado que de costumbre, y la condena está viéndose atacada con más intensidad y continuidad de lo que habitualmente nos tiene acostumbrados.
De lo que muchos no se han dado cuenta todavía, es que el crecimiento de ataques no tiene más razón que la falta de recursos ante la debacle económica a la que estamos sometidos. La situación actual ha empezado a destapar acciones fraudulentas que bajo el amparo de la quimera de la opulencia, pasaba desapercibida por la gran mayoría.
Actualmente, son muchos los frentes abiertos, y pocos los hombres posicionados y capaces, situación a la cual hay que añadir el miedo a sus acciones pasadas y la incapacidad ante su propia incompetencia a la hora de encontrar soluciones que convengan al pueblo.
Es en tiempos como los que ahora vivimos cuando puestos a apostar, ya no queda nada que perder, cuando la exaltación de la masa social puede llegar a niveles más irreflexivos, realmente peligrosos.
Y es ahora cuando muchos de nuestros lideres aprovechan la situación para manipular a la sociedad con el solo propósito de conseguir un nuevo mandato con el cual mantener su estatus a expensas de una población que no obtendrá más recompensa que nuevas promesas creadas para la ocasión mientras ya no les queda nada que llevarse a la boca. 


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