Cada
día es más visible en las clases populares, - aclaro que, con este
epíteto sobre el concepto de clase quiero hacer referencia a los
ciudadanos no participantes activos en las esferas de poder- que
todas las propuestas y posibles soluciones para salir de este proceso
de crisis en que nos encontramos son pura quimera, y con esto aclaro
también, - porque hoy quiero aumentar todas las dudas que ya
tenemos- que no hablo de los sueños inalcanzables de días
anteriores, sino a ese conjunto de propuestas en su mayoría absurdas
y sin sentido, que no tienen más pretensión que tapar todo el
trabajo mal hecho o no hecho con anterioridad.
En
estos últimos días se está intentando voltear la pirámide del
poder, intentando culpabilizar al ciudadano de la mala praxis de la
clase política, cuando, llegado el caso, se debería encontrar el
aval de última instancia en la clase política. ¿Es un pueblo
culpable de la supuesta evasión de capitales por parte del
candidato? ¿o del mango arena? ¿o de la moda de la naranja? ¿de
los hoteles tono?
En
este sucedáneo de democracia que gastamos en Idilicolandia y otras
landes cercanas no es más que un cuento donde como los niños que
políticamente somos, escuchamos atentos cada día, a modo del mejor
alumno de la clase de primaria, y que por supuesto, nunca la pasa.
Hemos crecido en la comunidad de la obediencia creyendo hacer lo
políticamente correcto y, cosechando elogios propios de una nueva
leyenda negra, que describe a nuestros jóvenes como tecnócratas
lúdicos de tres al cuarto.
http://narracionesycuentosbreves.blogspot.com.es/2010/07/la-destruccion.html |
Y
todo esto para enmascarar una realidad semiglobal, la de un
continente estancado en un pasado que mira con recelo al resto,
creyendo tener un papel que hace mucho perdió,y que siguen
pertérritos, sin reconocer la pérdida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario